¿A QUE JUGAMOS?
Claudio Rud
ANTECEDENTES Y COINCIDENCIAS
En los últimos tiempos viene siendo una preocupación creciente para mí, movido por los
sucesos que están ocurriendo en el mundo y en especial en mi país, el maltrato, abuso, y
asesinato de niños.
Una semana antes de que en Argentina sucediera lo que luego se llamó la Colombine
argentina, comencé a escribir un artículo al que llamé: Alerta especie en peligro de
extinción. Confieso que cuando sucedió lo que sucedió, quedé hondamente conmovido y
paralizado por este sentir anticipatorio.
Por esa misma época un consultante trajo a la sesión un viejo libro que él había terminado
de releer, se trataba de Hommo Ludens, del escritor holandés Johan Huizinga. Fue muy
agradable reencontrarme con ese texto, en especial, con un fragmento que luego comenté
con mis compañeros de Casabierta. Simultáneamente comencé la lectura de Las Manchas
del Leopardo, del biólogo Brian Goodwin, donde plantea una alternativa a la teoría
darwiniana, en la que lo importante en los procesos biológicos es el orden relacional entre
los componentes de manera que las cualidades emergentes predominan sobre las
cantidades. Y agrega: “somos tan cooperativos como competitivos, tan altruistas como
egoístas, tan creativos y lúdicos, como destructivos y repetitivos “. Grande fue mi
asombro, cuando en el final del libro, me encontré que el autor cita textual, el mismo
fragmento que compartí con mis compañeros:
“el juego es más viejo que la cultura porque, pues por mucho que estrechemos el concepto
de ésta, presupone siempre una sociedad humana, y los animales no han esperado a que
el hombre les enseñara a jugar” ; “el juego es caótico, es impredecible, pero de él surge
continuamente el orden”
Por eso es que quiero agradecer y no corregir el error de tipéo de la comunicación que me
llego vía mail, para invitarme a un congreso realizado en Mallorca en Noviembre del 2004
porque contribuye a dar fundamento a lo que hoy quiero exponer a ustedes:
La educación tiene una función social de transmisión de valores, de socialización, de
convivencia, de adquisición de hábitos y conductos y, en resumidas cuentas de
garantizar un modelo social y cultural para el futuro.
Espero que a lo largo de mi exposición quede claro lo que para mi es el peligro que
supone entubar a los seres humanos y diagnosticarlos con un veredicto inapelable y único
de cómo se debe aprender, que no hace lugar a la singularidad y a lo diferente, creando un
modelo relacional donde lo pequeño, lo que crece, la diferencia, tiene que desaparecer a
cualquier precio (con esto recuerdo un fragmento de la película The Wall donde los
educandos aparecen como una serie donde todos son idénticos).
Es por esto que agradezco lo que aprendí del error, porque en este caso para mí operó
como productor de un sentido nuevo, propiciando la creación, la novedad, justamente en
una conferencia acerca de la educación.
A QUE JUGAMOS
De modo que el título de esta conferencia es ¿A QUÉ JUGAMOS?
¿A qué jugamos? es la pregunta que se hacen los chicos cuando se reúnen en busca de
alguna diversión, la pregunta que le formula iracundo ante una situación que no comparte,
un marido a su esposa o una novia a su novio, un socio al otro, un cliente al vendedor, un
pueblo a sus gobernantes; también puede ser la que, apasionadamente, pregunta el
amante a su enamorada, incluso es la que desde un profundo interés y respeto formula un
docente a sus discípulos o un terapeuta a su consultante.
Esta pregunta puede entenderse como una mera procura de entretenimiento o distracción o
bien como el intento de ahondar en la búsqueda de una salida creativa, una manera de
acceder a la comprensión de una situación confusa y hasta paradójica.
Sea cual sea el propósito, está claro que la misma remite a una pregunta por las reglas
del carácter particular de ese suceso y no a leyes generales ya sean éstas morales o
científicas. La pregunta acerca de a qué estamos jugando nos remite al presente, al
suceder aquí, en este instante, a lo inmediato y a nuestra participación en ese suceder.
De modo que la pregunta acerca del jugar, es un pregunta “en serio” y no es “un juego”
La Naturaleza es juego de veranos e inviernos; el arte es juego de luces y sombras, de
sonidos y silencios; los sentimientos juegos de amores y odios, de alegrías y tristezas; las
relaciones humanas juegos de encuentros y desencuentros.
Juego como articulación de sucesos, de saberes, de creencias. Juego también es acuerdo,
es consenso, es compartir y es cooperar.
Parafraseando a Calderón de la Barca para comenzar a fundamentar el porqué de esta
conferencia: para mi la vida es juego y los juegos, juegos son.
MOMENTO LÍMITE
A lo largo de la historia los hombres hemos reiterado esta frase apocalíptica: estamos en
un momento límite para la humanidad.
Esta frase cobra toda su fuerza para mi hoy, por eso hay un tono angustioso en la
pregunta ¿a qué jugamos? ante la evidencia de lo que está sucediendo con nuestros
niños.
La matanza organizada por los terroristas y los antiterroristas recientemente en un colegio
en Rusia; los miles de chicos desnutridos en nuestros países; los crímenes de niños en
Latinoamérica argumentando que terminar con el resentimiento, es terminar con ellos; el
aumento de la pornografía y la delincuencia infantil, de las situaciones de abuso sexual, o
de ese sutil abuso al que, con la “leche templada y en cada canción” sometemos a veces
a nuestros hijos. El brutal incremento en el consumo de alcohol y de drogas; la matanza
entre chicos en las escuelas, y los suicidios cada vez más comunes.
Algo igualmente grave sucede en los llamados países centrales: el extraño fenómeno de la
fuerte disminución de la tasa de natalidad.
Es evidente que una respuesta posible a esta pregunta, es que estamos jugando el juego
en el que los grandes están aplastando a los chicos, sin que nos percatemos que como
humanidad, estamos procediendo a la eliminación de nuestra especie, es decir de nosotros
mismos.
La velocidad con la cual los ordenadores y la cibernética contemporáneas realizan sus
operaciones supera la posibilidad física de un ser humano, su velocidad es inhumana y
cuando veo a un joven manejar su computadora, o comunicarse febrilmente a través de su
teléfono celular con dos o tres personas simultáneamente, tengo la impresión de verlo con
un funcionamiento similar al de una máquina es decir inhumano.
Por eso agrego como subtítulo ALERTA ESPECIE EN PELIGRO DE EXTINCION.
EN LA SALUD MENTAL
En el campo de la llamada “salud mental” (que también es un modo de relacionarnos y
jugar) algo está sucediendo; en razón del incesante incremento de la exigencia por
producir y consumir (unidos indisolublemente) aparecen las enfermedades epidémicas de
nuestro tiempo.
Ya hemos identificado, en el párrafo anterior, al “virus” (que al igual que el informático es
de creación humana) productor de los trastornos de ansiedad generalizada, de los
trastornos de pánico, la depresión, las disfunciones sexuales, el stress y otras. Es la
exigencia por producir para luego consumir, sólo que el recurso para contrarrestarlo es del
mismo carácter que aquello que lo provoca. Y entonces producimos y consumimos
psicofármacos que van desde los alprazolanes pasando por los clonazepanes, hasta los
antipsicoticos atípicos y las más variadas formas de IRSS. Y en el campo de la psicoterapia
también existen los procedimientos de moda que buscan reingresar a los sujetos con la
mayor celeridad, a la supuesta normalidad, es decir al campo de producción-consumo.
Como hombres de Occidente “debemos tener”, si es que deseamos pertenecer al mundo
del éxito y del “progreso”.
A continuación, sin pretender hacer un estudio académico acerca de la dudosa etiología de
estas enfermedades, me gustaría hacer un aporte, ofreciendo otra mirada, desde el
registro cotidiano del dolor de las personas que recibo en mi consultorio.
Los trastornos de pánico aparecen como una manifestación del ahogo y la exigencia del
mundo moderno.
Los trastornos de la alimentación, como una de las formas de manifestación de lo que
hemos llamado la exiliofobia. Esta es una enfermedad inventada por nosotros referida al
terror pánico a quedarse afuera.
La depresión, como manifestación de la intolerancia de nuestra cultura al dolor, a la
tristeza, al duelo inevitable y a la vivencia de sin sentido de la vida.
La eyaculación precoz, por la sensación general de que no hay tiempo que perder, ni
siquiera para el placer; esto genera la disfunción y entonces aparece la ansiedad
generalizada.
Los rituales obsesivos y las compulsiones, como forma de controlar lo incontrolable, de
ordenar aunque sea artificialmente el mundo viviente que se agita y se conmueve
caóticamente, porque aun no ha encontrado su equilibrio.
Las llamadas patologías de la infancia autismos, ADD, imposibilidad de esperar o
postergar, enuresis, apatía, en la mayoría de los casos son una expresión de la
imposibilidad de los mayores de respetar sus tiempos, sus necesidades, sus ritmos. El
modo más usual de relación que se establece entre padres e hijos es el caracterizado por
la cultura del zapping, de la imposibilidad de permanecer, del estar presentes.
Como hombres de Occidente “debemos tener”, si es que deseamos pertenecer al mundo
del éxito y del “progreso”.
Frente a estas supuestas patologías, a esta emergencia del miedo a la pérdida del
control, de la fortuna, de los privilegios, del tiempo, de las oportunidades, a la exigencia
por producir para luego consumir, el recurso que se nos ofrece para contrarrestarlas es del
mismo carácter que aquello que las provoca. Y entonces producimos y consumimos
psicofármacos que van desde los alprazolanes pasando por los clonazepanes, hasta los
antipsicoticos atípicos y las más variadas formas de IRSS. Los terapeutas respondemos
con la misma urgencia y el mismo pánico de quedarnos afuera, tratando de encontrar los
modos más rápidos para que quien nos consulta consiga controlarse, y se vaya para arriba
donde está el éxito y por lo tanto, conseguir nuestro propio éxito: pertenecer a la
empresa multinacional que propicia tratamientos manualizados para bajar sus costos, sin
considerar en absoluto nuestra condición humana. (Jugando a que no somos humanos, ni
ellos ni nosotros).
En este campo de la psicoterapia también existen los procedimientos de moda que buscan
reingresar a los sujetos con la mayor celeridad, a la supuesta normalidad, es decir al
campo de producción-consumo.
LO PEQUEÑO DE NUESTRO APORTE
El aporte tanto desde lo conceptual como desde la práctica (social, terapéutica, política,
familiar, educativa) que se constituye desde nuestro modo de considerar la realidad
interhumana, es pequeño en relación a las grandes propuestas establecidas. Sabemos
que nuestra presencia en el mundo psi es bastante reducida, somos indudablemente una
minoría dentro de una mayoría donde abundan y se multiplican modelos que prometen la
salvación, la curación casi inmediata, el éxito asegurado.
No obstante en el mundo humano seguimos percibiendo una creciente insatisfacción e
incertidumbre que se patentiza en las epidemias de nuestro tiempo que ya he
mencionado. Esta insatisfacción también se ve en el campo de la producción de las
ciencias humanas, inclusive en las ciencias duras.
LA TRANSFORMACIÓN: EL JUEGO ENTRE CAOS Y COSMOS
Del griego nos llegan las palabras Cosmos y Caos. Caos como el dios del origen y cosmos
como el dios de lo organizado, caos como Dionisio y cosmos como Apolo.
Caos era un dios, el primero, el más elemental. De allí surgió lo demás.
Para la modernidad el caos equivale a desarticulación, falta de control, separación entre
las partes de un sistema.
Y lo que intento aquí es decir y recordarles que caos no se opone a cosmos, sino más bien
que caos deviene cosmos que deviene caos, que deviene cosmos. Entre ellos están
jugando un juego, que se acerca a nuestra experiencia de la transformación una forma
que deviene su transforma.
Recientemente David Peat, a través de la Teoría del Caos, mostró la posibilidad y
necesidad del estudio de lo irregular y único, lo cual derrumba el mito de que la ciencia
sólo estudia regularidades, del mismo modo que la asistencia y el cuidado de una persona
desde la psicología o desde la educación requiere atender a lo que hay en ella de único e
irrepetible.
La teoría cuántica, la teoría de la relatividad y la teoría del caos, han dado nacimiento a
un nuevo paradigma científico con profundas implicaciones para la vida cultural de las
sociedades del presente siglo. Estos tres desarrollos presentan una refutación contundente
a la idea de que el universo es una máquina, que el mundo natural es un mundo muerto y
que el ser humano está separado de su ambiente.
Ya no es posible negar el fenómeno de la mutua implicación entre el observador y lo
observado, que echa por tierra el supuesto de la objetividad, y de la separación sujeto
objeto Tampoco es posible negar que el concepto de verdad absoluta y única se vuelve
cuestionado, con todas las consecuencias epistemológicas y hasta morales que conlleva.
Las reglas del juego que proponemos tienen que ver con este fluir de la vida, cuya regla
es la transformación, a diferencia del juego dominante cuya regla es la noción de
progreso, en relación a una medida patrón, única y canonizada, que da lugar a juzgar lo
que está dentro y lo que esta fuera de la medida. Nos dice Saint Exupery “la vida crea el
orden, pero el orden no crea la vida”.
Juzgar, supone una ley, en cambio jugar supone la constitución de reglas singulares que
permiten asistir a la transformación. Las reglas de este otro juego son las redes, el
contacto interhumano, los encuentros, la regla de oro por así llamarla consiste en
permanecer plenamente, en estar ahí. Cuando en los grupos de juego para adultos que
hacemos en Buenos Aires, alguien se retira del juego porque dice que está aburrido, lo que
le proponemos es que permanezca aburrido, que no intente forzar el divertirse porque en
el mismo aburrimiento se encuentra la génesis de la diversión.
Estoy hablando de los niños, como lo pequeño y también como nuestro origen, y en esto
los niños son sabios, ellos son la expresión de nuestro modo más orgánico, ya que en el
origen somos plena sabiduría organísmica, pura experiencia, cuando niños estamos aún
unidos a la totalidad, al universo. El niño representa un aspecto de la humanidad más
primitivo, y así como los animales que preceden a la cultura, los niños, despliegan en
plenitud una de sus capacidades más importantes, cual es la capacidad de JUGAR.
Cuando pregunto a qué jugamos, estoy preguntando si estamos procediendo como cultura
siguiendo una ley inexorable que nos conduce a la supervivencia del más apto, o si se
trata de un juego, regido por reglas que pueden cambiar. Si esto es así, con que uno de
los jugadores no quiera cumplir las reglas, ese juego se acabó. Comienza otro, y el
carácter de juego adquiere su potencia transformadora.
Es importante percatarnos de lo que ofrece el carácter del juego.
Propongo que juguemos a otro juego, el juego infantil, el juego que acepta el caos como
un principio de creación y de orden. El juego que articula lo dionisiaco junto a lo apolíneo
porque esto implica otra manera de enseñar y otra manera de aprender. El jugar no tiene
otra intención que el jugar mismo, en esto se parece a la contemplación activa, que no
tiene otra intención más allá del permanecer, haciendo lugar a la intensidad. Jugar es
estar presente, estar ahí, siendo parte, jugándose. En este juego de palabras estoy
tratando de referirme a lo que conceptualmente nombramos como la actitud de
contemplación activa, que considera la creatividad como la expresión del caos creador.
El juego que estamos jugando como civilización o como cultura, es el juego de los
dualismos, las oposiciones, los diagnósticos, las separaciones, las exclusiones, que busca
el control, el dominio, la medida como artificio de control, el triunfo de lo apolíneo sobre lo
dionisiaco, es un juego apoyado sobre reglas que afirman la vigencia del sometedor sobre
el sometido. Este juego esta sostenido por la metáfora de la supervivencia del más
fuerte, del principio de la competencia, por lo que algunos seguidores de Darwin
partidarios de una mirada que reduce la complejidad del organismo al mundo del ADN y los
genes, lo llamó el GEN EGOISTA. El modo dominante de nuestra cultura, establece leyes, y
juicios. Desde la ley estamos en condiciones de juzgar desde un lugar canonizado.
No es mi intención negar este juego, sino considerar que jugarlo, abre un particular
dominio de experiencia, y que este no es el único posible. No estoy hablando del juego
como opuesto a…sino como una manera diferente de entender el modo en que articulamos
la realidad.
Jugar un juego con otras reglas, nos abre a territorios nuevos, genera un campo de
experiencia diferente y creador. Propongo que nos animemos a jugar esta posibilidad
comenzando por restituirle a la realidad su carácter de juego y no de ley.
Suelo comentar en lo que hace a mi práctica como terapeuta que se puede acceder al
encuentro con el otro desde una mirada “cartográfica” es decir con un mapa que nos
permita identificar “accidentes geográficos” en él o bien de acceder al territorio del
encuentro con otro, libres de mapas y animarnos a correr el riesgo de “perdernos”
Distintas miradas, abren juegos diferentes, y en este momento de la humanidad estamos
jugando un juego, estamos mirando de una determinada manera.
LA MIRADA ANTERIOR, ELIMINAR LA Z
El juego que yo quiero abrir, a partir de otra mirada, propone eliminar la z en el juzgar, y
quedarnos así con palabra jugar. JUGAR de jugarnos en lugar de juzgarnos, de jugarse, y
las reglas de este juego son la plenitud de presencia, la conciencia de que somos parte,
que ellos somos nosotros. Ellos, los niños que matamos, también somos nosotros. Es un
juego que propone recuperar la MIRADA ANTERIOR. En el prólogo al libro de Castaneda Las
enseñanzas de Don Juan, el brillante escritor y poeta Octavio Paz nos dice
magistralmente: “En el último capítulo de Viaje a Ixtlán, Castaneda ve a don Genaro
nadando en el piso del cuarto de don Juan como si nadase en una piscina olímpica.
Castaneda no da crédito a sus ojos, no sabe si es víctima de una farsa o si está a punto
de ver. Por supuesto, no hay nada que ver. Eso es lo que llama don Juan: parar el mundo,
suspender nuestros juicios y opiniones sobre la realidad: acabar con el “esto” y el
“aquello”, el sí y el no, alcanzar ese estado dichoso de imparcialidad contemplativa a
que han aspirado todos los sabios. La otra realidad no es prodigiosa: es. El mundo de
todos los días es el mundo de todos los días:¡qué prodigio! Vuelta a sí mismo, no al que
fue ni al pasado: al ahora. Recuperación de la visión directa del mundo, ese instante de
inmovilidad en que todo parece detenerse, suspendido en una pausa del tiempo.
Inmovilidad que sin embargo transcurre -imposibilidad lógica pero realidad irrefutable para
los sentidos. Maduración invisible del instante que germina, florece, se desvanece, brota
de nuevo. El ahora: antes de la separación, antes de falso-o-verdadero, real-o-ilusorio,
bonito-o-feo, bueno-o-malo. Todos vimos alguna vez el mundo con esa mirada anterior
pero hemos perdido el secreto. Perdimos el poder que une al que mira con aquello que
mira”.
A esta mirada anterior me refiero cuando planteo la necesidad de desaprender, de
deconstruir inclusive lo aprendido con nuestros maestros.
Recuperar esa capacidad es advertir el indisoluble poder que reside en el juego de
resonancias, que une al que mira con lo mirado, al que escucha con lo escuchado, al que
experimenta con la experiencia, al maestro con el alumno, uniéndolos en un juego de
aprendizajes y creaciones, en el que ambos están implicados.
LA FABULA DE LA CIGARRA Y LAS HORMIGAS
Para continuar con esta charla acerca del jugar quisiera leerles ahora la famosa fabula de
Samaniego acerca de la cigarra y la hormiga, que por supuesto tiene una moraleja, como
todas las fabulas que nos cuentan, con un mensaje muy claro acerca de cómo se debe vivir:
LA CIGARRA Y LA HORMIGA
Cantando la Cigarra
pasó el verano entero,
sin hacer provisiones
allá para el invierno;
los fríos la obligaron
a guardar el silencio
y a acogerse al abrigo
de su estrecho aposento.
Viose desproveída
del preciso sustento:
sin mosca, sin gusano,
sin trigo y sin centeno.
Habitaba la Hormiga
allí tabique en medio,
y con mil expresiones
de atención y respeto
le dijo: “Doña Hormiga,
pues que en vuestro granero
sobran las provisiones
para vuestro alimento,
prestad alguna cosa
con que viva este invierno
esta triste Cigarra,
que, alegre en otro tiempo,
nunca conoció el daño,
nunca supo temerlo.
No dudéis en prestarme,
que fielmente prometo
pagaros con ganancias,
por el nombre que tengo”
La codiciosa Hormiga
respondió con denuedo,
ocultando a la espalda
las llaves del granero:
“¡Yo prestar lo que gano
con un trabajo inmenso!
Dime, pues, holgazana,
¿qué has hecho en el buen tiempo?”
“Yo, dijo la Cigarra,
a todo pasajero
cantaba alegremente,
sin cesar ni un momento”
“¡Hola! ¿Con que cantabas
cuando yo andaba al remo?
Pues ahora, que yo como,
tu baila, pese a tu cuerpo”
Quiero continuarla o cambiar el final, lo cierto es que la cigarra habiendo aprendido el valor
del trabajo y del acopio, dejó su guitarra, abandonó sus prácticas danzarinas y se dedicó a
ser una trabajadora más en el hormiguero.
Promediando el verano y en función de ciertas inquietudes que reinaban en la aldea, las
hormigas recurrieron a los servicios de la muy afamada consultora Formiconsulting y
asociados. Los cuales confirmaron gracias a la comparación con las estadísticas de años
anteriores que efectivamente había mermado fuertemente la producción de alimentos para
el invierno.
Luego de un concienzudo análisis en el cual no faltaron grupos motivacionales y otros
recursos diagnósticos llegaron a la conclusión que semejante merma se debía a que las
hormigas estaban aburridas y desmotivadas por la falta de la música y la danza de la
cigarra que tanto les alegraba el trabajo.
MORALEJA: todos los seres vivos tenemos una razón para vivir, y pretender que todos
debemos comportarnos de acuerdo a las leyes preestablecidas que no contemplan las
singularidades es abusivo. Y condena no solo a quien castigamos por ser diferentes como a
la cigarra sino a toda la comunidad de la que somos parte como las hormigas.
LOS SABORES DE LA VIDA
Dice un amigo mío, que la vida merece ser saboreada o lo que es lo mismo la vida es para
ser saboreada y esto quiere decir probar y permanecer en los diversos sabores que la vida
nos ofrece dulces o amargos,
Así que querría presentarles una especie de video clip entre dulce y amargo que he
construido para abrir esta cuestión. Para después poder compartir como ha resultado para
ustedes y abrir el juego a nuestras resonancias, nuestros acuerdos y nuestros
desacuerdos.
Dr. Claudio Rud
claudio@casabierta.com
Abril 2005- Uruguay
Apresentado no XII Encuentro Latinoamericano del Enfoque Centrado em la Persona
17 a 23 de abril de 2005 – Balneário Sólis – Uruguai